miércoles, diciembre 08, 2004

Imaginen la escena.

El sol naranja se esconde tras el horizonte.

Un hombre se encuentra al borde de un acantilado, contemplándolo.

Abre los brazos, toma aire, y se lanza al vacío.

Cuando alcanza la mitad de la caída alza la cabeza y empieza a volar majestuosamente,

Siempre con los brazos extendidos.

Como un águila.

Entonces suena su teléfono móvil...

mete la mano en el bolsillo interior de la chaqueta para contestar la llamada...

y se cae al mar.

El muy gilipollas.